miércoles, 12 de agosto de 2009

Pulover


Hace dos o tres noches
una noche que volvia a casa
senti ganas de escribir un poema
ahora que ya perdi tus abrazos.
Un poema sobre regalos
sobre un pulover y una bufanda
un poema sobre los laberintos
y por qué no te gustan las montañas.
Hace dos o tres noches
una noche que volvia a casa
queria abrazarte con un poema
un poema que en la despedida
nos sirviera como abrigo.

sábado, 11 de julio de 2009

Luna para sus modales

La pareja, que al momento estaba peleada, vio la luna y no pudo evitar la reconciliación. Abrazados y de la mano, en una complicada pose de enamorados, la chica y el chico salieron a caminar a través de la romántica noche, acompañados por la luz del hermoso satélite.
El asesino dormia en su cama, pero un rayo de luna entró por la ventana y lo despejó. Excitado, se despojó de las frazadas, y se calzó el pantalón, complicado a causa de su erección. Corriéndo ganó la calle, se movió una cuadras y en una esquina esperó.

miércoles, 10 de junio de 2009

Test de Personalidad de Facebook

Yo soy un tipo sufrido
que escribe poemas jodidos;
que come brownies re locos
y se disfraza de mina en Domingo.

Yo soy un poeta fingido
que lee a Whitman y amigos;
censuro palabras críticas
y escribo teta y mi ombligo.

David Rojas y Silvia Romero

domingo, 3 de mayo de 2009

Les Amants.

He visto la lluvia ... Te lo repeti mil veces y tu empezaste a reir ..

- Enserio la he visto ...

- No amor- , me decias – tu solo la has tocado-

- No enserio la veo , en el mismo momento que se empaña Valparaíso por la ventana ..

Y en ese momento me abrazaste ....

Siempre me has tratado igual , con esa paciencia , con esas ganas de recorrer juntos estos pasajes ..... Al final sabes que soy solo una niña con un lindo gorrito que te encanta bajar ..

miércoles, 22 de abril de 2009

Aire como Marta

Una vez que sus ojos se adaptaron a la luz matinal, el viejo Jorge escudriñó a través de las rendijas de la persiana para ver quién era el que molestaba tan temprano: afuera, bajo el sol caliente, estaba parado su vecino, el pibe al que siempre veía vestido con camisa blanca y pantalón de vestir, llevándo una biblia bajo el brazo.
Dudó un momento antes de abrir la puerta, porque no le gustaban para nada los religiosos y porque odiaba tener que salir de su casa. Desde la muerte de Marta, el viejo Jorge se había encerrado y gustaba de estar sentado todo el día en su sillón preferido, fumándo sus Benson y bebiéndo Warsteiner. El viejo Jorge ya no dormía, no pegaba siquiera un ojo en el calor de la tarde de siesta. A pesar del cansancio, luchaba contra el sueño y trataba de utilizar todo el tiempo que estimaba que le quedaba para pensar en Marta. Ninguna distracción, los últimos esfuerzos de sus neuronas, antes de la senilidad, debían ser para ver nuevamente a Marta entrándo con las cervezas en el changuito o haciéndo complicadas cuentas en su estudio mientras protestaba porque el gobierno no le había aprobado un subsidio o por la falta de insumos en el laboratorio. Y pensaba también, al hacer memoria, en sus pies, en su pelo al despertar, las vueltas en la sábana haciéndo el amor de jóvenes y haciéndose cosquillas ya en los últimos años.
Quería volver a su sillón y a sus plácidos recuerdos, pero el evangelista no dejaba de tocar timbre. "Este pibe está decidido a romperme las pelotas. Voy a tener que salir, concha de Dios". Muy a su pesar, rompió la reclusión y salió al molesto encuentro.
- ¿Qué querés? ¿Acaso no tenés reloj? ¡Son las nueve de la mañana! -gritó el viejo Jorge, poniéndo cara de loco a ver si así corría al pibe.
- Disculpe, Don Jorge, no quiero importunarlo. Si quiere vuelvo más tarde.
- ¡Más tarde no! No soportaría verte dos veces en el mismo día hablándo sobre tu amigo Jesús. Además tu camisa es demasiado blanca y me hace mal a la vista. ¿No sabés que en la feria te podés comprar una camiseta de fútbol por veinte pesos?
- Es que no me gusta el fútbol.
- ¿Pero vos sos evangelista o puto?
- Los evangelios nos enseñan que la homosexualidad es un pecado a los ojos de nuestro señor... Además, una vez fui a la cancha. A ver a Billy Graham.
- Grrr... Bueno, desembucha. ¿A qué venís?
- Es que usted es mi vecino y siempre lo veo solo y pensé que Jesús podía hacerle alguna compañía.
- No, te equivocas. Y ahora andate, porque tengo un montón de cosas que hacer.
El muchacho, contrariado, miró al piso y sus labios parecieron ensayar varias razones. El viejo Jorge ya había dado media vuelta y estaba entrándo a la casa, cuando escuchó al pibe chiflar. Se dio vuelta, porque pensó que era para él, pero no, el chiflido era para un perro que a la carrera venía al encuentro del evangelista. El animal saltó sobre el chico y con sus patas le ensució la pulcritud de su atuendo mientras jugueteaban.
- Don Jorge, mire que lindo y juguetón que es Jesús.
- ¡Es un perro!
- Sí. Yo me mudo de barrio, y pensé que usted es la persona ideal para quedarse con mi perro. Es obediente y juguetón.
El viejo Jorge miró al perro con cariño. Por un segundo vislumbró al perro con la mirada de tristeza perdida en la distancia, esperándo al dueño que ya no iba a volver; vio al can empujándo con su pata el plato vacio de balanceado; lo imaginó aullándo al sonar la sirena del cuartel de bomberos sin nadie que lo calme. El viejo Jorge se conmovió y resolvió:
- No pibe, gracias, pero no me quedo con tu perro Jesús. A nadie le deseo extrañar, y a mí me queda poco tiempo antes de volverme aire como Marta.
Se cerró la puerta, se cerró la persiana, y el viejo Jorge comenzó a pensar en su mujer, bebiéndo Warsteiner y fumándo Bensons, fijándo grasas y agujereando sus pulmones con toda intención.

lunes, 26 de enero de 2009

Ausencia

Cada vez que mido tu ausencia,
el hueco se achica más y más.
Y eso es lo que más duele,
porque lo busco
y no lo puedo encontrar.