miércoles, 22 de abril de 2009

Aire como Marta

Una vez que sus ojos se adaptaron a la luz matinal, el viejo Jorge escudriñó a través de las rendijas de la persiana para ver quién era el que molestaba tan temprano: afuera, bajo el sol caliente, estaba parado su vecino, el pibe al que siempre veía vestido con camisa blanca y pantalón de vestir, llevándo una biblia bajo el brazo.
Dudó un momento antes de abrir la puerta, porque no le gustaban para nada los religiosos y porque odiaba tener que salir de su casa. Desde la muerte de Marta, el viejo Jorge se había encerrado y gustaba de estar sentado todo el día en su sillón preferido, fumándo sus Benson y bebiéndo Warsteiner. El viejo Jorge ya no dormía, no pegaba siquiera un ojo en el calor de la tarde de siesta. A pesar del cansancio, luchaba contra el sueño y trataba de utilizar todo el tiempo que estimaba que le quedaba para pensar en Marta. Ninguna distracción, los últimos esfuerzos de sus neuronas, antes de la senilidad, debían ser para ver nuevamente a Marta entrándo con las cervezas en el changuito o haciéndo complicadas cuentas en su estudio mientras protestaba porque el gobierno no le había aprobado un subsidio o por la falta de insumos en el laboratorio. Y pensaba también, al hacer memoria, en sus pies, en su pelo al despertar, las vueltas en la sábana haciéndo el amor de jóvenes y haciéndose cosquillas ya en los últimos años.
Quería volver a su sillón y a sus plácidos recuerdos, pero el evangelista no dejaba de tocar timbre. "Este pibe está decidido a romperme las pelotas. Voy a tener que salir, concha de Dios". Muy a su pesar, rompió la reclusión y salió al molesto encuentro.
- ¿Qué querés? ¿Acaso no tenés reloj? ¡Son las nueve de la mañana! -gritó el viejo Jorge, poniéndo cara de loco a ver si así corría al pibe.
- Disculpe, Don Jorge, no quiero importunarlo. Si quiere vuelvo más tarde.
- ¡Más tarde no! No soportaría verte dos veces en el mismo día hablándo sobre tu amigo Jesús. Además tu camisa es demasiado blanca y me hace mal a la vista. ¿No sabés que en la feria te podés comprar una camiseta de fútbol por veinte pesos?
- Es que no me gusta el fútbol.
- ¿Pero vos sos evangelista o puto?
- Los evangelios nos enseñan que la homosexualidad es un pecado a los ojos de nuestro señor... Además, una vez fui a la cancha. A ver a Billy Graham.
- Grrr... Bueno, desembucha. ¿A qué venís?
- Es que usted es mi vecino y siempre lo veo solo y pensé que Jesús podía hacerle alguna compañía.
- No, te equivocas. Y ahora andate, porque tengo un montón de cosas que hacer.
El muchacho, contrariado, miró al piso y sus labios parecieron ensayar varias razones. El viejo Jorge ya había dado media vuelta y estaba entrándo a la casa, cuando escuchó al pibe chiflar. Se dio vuelta, porque pensó que era para él, pero no, el chiflido era para un perro que a la carrera venía al encuentro del evangelista. El animal saltó sobre el chico y con sus patas le ensució la pulcritud de su atuendo mientras jugueteaban.
- Don Jorge, mire que lindo y juguetón que es Jesús.
- ¡Es un perro!
- Sí. Yo me mudo de barrio, y pensé que usted es la persona ideal para quedarse con mi perro. Es obediente y juguetón.
El viejo Jorge miró al perro con cariño. Por un segundo vislumbró al perro con la mirada de tristeza perdida en la distancia, esperándo al dueño que ya no iba a volver; vio al can empujándo con su pata el plato vacio de balanceado; lo imaginó aullándo al sonar la sirena del cuartel de bomberos sin nadie que lo calme. El viejo Jorge se conmovió y resolvió:
- No pibe, gracias, pero no me quedo con tu perro Jesús. A nadie le deseo extrañar, y a mí me queda poco tiempo antes de volverme aire como Marta.
Se cerró la puerta, se cerró la persiana, y el viejo Jorge comenzó a pensar en su mujer, bebiéndo Warsteiner y fumándo Bensons, fijándo grasas y agujereando sus pulmones con toda intención.

7 comentarios:

Ladybug dijo...

Cerdo/David: es muy triste y tierno a la vez, me gusta mucho esta historia.
Sabes que yo también esperaría hacerme aire.
TE AMO
un beso mi cerdito

Anónimo dijo...

Bueno cerdo sin galera, al fin pude sentarme solo a leer. Me gusto el definitivo, ese hombre me da una sensación de esperanza o al menos eso recibo cuando abro la ventanilla. Ojalá tuvieramos una revista como "Cerdos y Peces" para publicar lo que escribimos sin prejuicio de por medio. Un abrazo.

BUM dijo...

Papafritas para tu post!

Pablo dijo...

Es un cuento muy tierno y romántico: él la sigue amándo y quiere ir más allá de la vida a buscarla. Como la canción de Guaraní, solo que además de no creer en Dios, tampoco creen en cualquier posibilidad para el humano.

Nacho dijo...

Gracias por pasarme el cuento, me gustó, tenés gran futuro. ¿Para cuando un libro de papel?

WALLIS (Cecilia) dijo...

Nostalgia, melancolía, realismo, angustia existencial, eso trasmite el cuento.
En el personaje de Jorge hay una exaltación del recuerdo, del pensamiento puesto en el ser amado que ya no está. Pensar en Marta es resucitarla, y también es el único motivo para seguir vivo. Ella no existe en los sueños a ojos cerrados, sino en la memoria, en la ausencia de olvido, en el aire.
Un ateo diría: "volverme cenizas, como Marta". Solo un poeta dice "volverme aire, como Marta".

" ¡Los suspiros son aire y van al aire! / ¡Las lágrimas son agua y van al mar! / Dime, mujer, cuando el amor se olvida / ¿sabes tú adónde va? "

No dejes de escribir, David. Me gusta tu prosa cuando tiene algo de lírica.
Te quiero.
Wallis (Cecilia)

david rojas dijo...

Gracias a todos por sus comentarios me dan más ganas de escribir todavía. Wallis, no me escribas cosas tan lindas, ¡que me voy a enamorar de vos!

Besos y abrazos para todos.